La noticia de estos días tiene un buen titular: "Nace el segundo "bebé medicamento" para salvar la vida de su hermano"; una buena fotografía con unos padres lógicamente emocionados por la posible curación de su hijo enfermo; y el aplauso de gran parte de la comunidad científica por lo que consideran un "nuevo hito de la sanidad española". Sin embargo, detrás de este método hay cifras que generan un debate ético tanto por la destrucción de embriones que conlleva esta técnica como por la intrumentalización del bebé como "medicamento" de su hermano.
Desde que en 2006 se llevó a cabo la reforma de la Ley de Reproducción Asistida en España, que permitía la selección genética con fines terapeúticos, sólo ha habido dos casos -el segundo todavía en proceso- en los que esta técnica haya servido para hacer un transplante que cure al hermano enfermo. La posibilidad de que una pareja que inicia el proceso obtenga finalmente el "bebé-medicamento" deseado está entre un 10% y 5%. Además, hacen falta una media de 16 embriones para conseguir tres compatibles con los que se pueda trabajar.
"En todos estos año sólo hemos tenido dos casos, no de curación sino de generación del niño para iniciar un posible tratamiento", explica José Miguel Serrano, profesor de Filosofía del Derecho de la Universidad Complutense de Madrid. "Los procedimiento iniciados son claramente eugenesia positiva, es decir, selección no para disminuir taras sino para favorecer determinados caracteres. Hubo un consenso en que ese camino no se iniciaría pero se ha seguido, usando como siempre la excusa humanitaria" añade.
“La niña ha sido previamente seleccionada, entre otros muchos embriones que han sido destruidos. Todo ser humano tiene una dignidad y el resto de embriones “hermanos” tanto sanos como con aplasia medular severa, que fueron fecundaron, también la tenían”, explica María José Borrego, profesora en la facultad de Medicina en el CEU.