En su defensa de una mayor exigencia, Amy Chua comparó la severidad que propugna con la que practicaron los pioneros americanos, que inspiraban reciedumbre en sus hijos, y no tanto con la desarrollada por sus antepasados chinos. En cambio, ridiculizó a los ‘padres helicóptero’, que sobrevuelan constantemente a los niños, protegiéndoles de posibles amenazas, cargando sus mochilas e incapacitándolos para cualquier esfuerzo, algo que no tiene ninguna tradición ni raíces en América. Por eso opina que, al llegar a la universidad, donde los chicos por primera vez se encuentran solos, es muy fácil que los que han oído mil veces de sus padres “magnífico, eres un genio” y han sido educados con excesivos cuidados sufran un auténtico trauma en cuanto algo les salga mal.
Cree que hay tres cosas que diferencia a los padres occidentales de los chinos: los progenitores occidentales se preocupan demasiado por la autoestima de sus hijos, lo cual les lleva a ser poco exigentes y poner el listón demasiado bajo; los padres chinos piensan que sus hijos se lo deben todo a ellos debido a los sacrificios por los que han pasado para criarles; y los progenitores del gigante asiático piensan que saben qué es lo que les conviene a sus hijos y no dudan en imponerse a las opiniones de los pequeños.
He aquí 10 de las cosas que nunca permitió hacer a sus dos hijas:
- Dormir fuera de casa.
- Participar en juegos en red con otros niños.
- Participar en una obra de teatro del colegio.
- Protestar por no estar en una obra de teatro del colegio.
- Ver la televisión o jugar en la computadora.
- Elegir sus propias actividades extracurriculares.
- Sacar una nota por debajo del sobresaliente (A).
- No ser el número uno en todas las asignaturas (excepto gimnasia y teatro).
- Tocar un instrumento que no sea el violín o el piano.
- No tocar el violín o el piano.
En The Wall Street Journal se han publicado diversos artículos, algunos sumándose al cuestionamiento sobre la permisividad de los padres occidentales, pero la mayoría repudiando lo que consideran un exceso de disciplina. El ensayo de Amy Chua ha generado, según la misma publicación, el mayor número de comentarios en la historia del sitio online del periódico.
"Lo que los padres chinos entienden es que nada es divertido hasta que uno lo hace bien. Para ser bueno en algo hay que trabajar y los niños por sí mismos nunca quieren trabajar, por eso es crucial ignorar sus preferencias. Esto frecuentemente requiere fortaleza de parte de los padres, porque el niño se resistirá; las cosas son siempre más difíciles al comienzo, que es cuando los padres occidentales tienden a rendirse. Pero, si está bien hecha, la estrategia china produce un círculo virtuoso. Práctica tenaz, práctica y práctica; eso es crucial para la excelencia; la repetición está subvaluada en los Estados Unidos. Cuando un chico empieza a ser bueno en algo (sea matemáticas, piano, batear o ballet) él o ella obtienen elogios, admiración y satisfacción. Esto construye su confianza y hace divertida una actividad que no lo era. Así se vuelve más fácil para los padres hacer que el niño trabaje aún más" (Amy Chua).