-¿Es muy cruel el mundo de las modelos cuando llegáis a cierta edad?
-Cruel es una palabra dura, pero sí, puede ser duro, la verdad. Se vive del físico y cuando cumples años llegan otras más jovencitas que toman el relevo. Pero es algo de lo que tienes que ser consciente. Es algo que, como las carreras de los futbolistas, sabes que va a pasar. Y creo que lo importante es estar con ilusión y querer aprender otras cosas. Yo, por ejemplo, en los 90 hice cine, y no soy actriz, pero me surgió la oportunidad y no la dejé escapar. Y me he metido en el mundo de la radio, he hecho televisión, me he movido. Eso es lo importante: tener inquietudes y no quedarte parada pensando que tu trabajo de modelo durará siempre.
Ni dos ni tres sino cuatro hijas son las que tiene Judit Mascó, que se dice pronto. “Sí, y encantada. Mi marido quería tener familia numerosa y yo le dije, ‘bueno, vamos poco a poco’, y lo cierto es que fue muy bonito tener la primera, por lo que nos animamos a tener la segunda. Y comprobé además que uno de mis miedos, que era que ser madre afectara a mi profesión, no estaba fundado, pues sucedió lo contrario: la gente lo valoró, y tuve el mismo o más trabajo. Así que como tantas veces, me dejé llevar por las ilusiones del momento”.
Las ilusiones del momento, que incluían en lugar privilegiado a su marido, Eduardo de Vicente, se fueron prorrogando indefinidamente hasta la fecha. Llevan 18 años compartiendo su vida, todo un récord de amor en un mundillo de vanidades cruzadas que se presta poco a romances tan duraderos. Entonces, ¿cómo se consigue seguir enamorada después de tanto tiempo?, ¿qué se hace con las crisis?
“Lo primero, mi marido no es celoso, porque si lo fuera hubiera sido muy difícil… Por otro lado, yo por crisis entiendo algo más fuerte, así que no, creo que crisis, crisis, no hemos tenido. Sí ha habido altos y bajos en nuestra relación, claro. Pero en la pareja hay que poner ganas, mucho entusiasmo y trabajárselo cada día, porque si no, se pierde el amor.Creo que ahí está clave. Y no sólo hay que trabajarse el amor: Estoy convencida de que la vida sólo sonríe a quien se la trabaja”.